Carta abierta

Frida ya lo decía: "amurallar el propio sufrimiento, es arriesgarte a que te devore desde el interior".

Hay mil y una formas de manifestar al mundo qué es lo que más nos duele, quién es quien más nos ha dolido, nos sigue doliendo o va a dolernos, qué acontecimientos de la vida nos han transformado en quien somos. Ese sufrimiento tan interno que tan poco esteriorizamos.

No voy a decirte que tienes que hacer, no soy quien para ello. Pero mi propia experiencia puede ayudarte. Estamos construidos de sueños. De los que se cumplen y de los que no. Hay sueños que nos inundan desde pequeñitos/as, nos empañan los ojos de lágrimas al no conseguirlos y nos los limpian cuando lo hemos logrado. En ello, hay un proceso, un camino, que recorremos más solos que acompañados. 

Solos. 

Te lo repito otra vez, solos.

Nos fiamos de muchas personas durante ese transcurso, les confiamos alguna de nuestras partes más íntimas y escondidas, depositamos toda la confianza en ellos, creemos que estarán siempre con nosotros pero, no. Te han mentido.

Tú eres la base de tu propio cambio. Eres quien se cae, quien tropieza, quien tiene miedo. Y eres quien se levanta, poco a poco, recogiendo todas las piedras con las que has tropezado; te las guardas en el bolsillo trasero y acumulas ese peso que no es en vano. Has aprendido.

Sufrir es solitario, sufrir es constructivo, sufrir es conocerte a ti mismo o a ti misma. Y no hay nada malo en ello. 

¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar